jueves, 29 de enero de 2009

HAMBRE EMOCIONAL

Alimentación emocional es el hábito de comer sin tener realmente hambre, como una respuesta, o para manejar sentimientos, emociones o situaciones, usualmente indeseables. Expertos nutricionistas indican que en el 75% de las personas que comen demasiado, las emociones juegan un papel preponderante.

El problema no es la comida, sino los sentimientos. Más que un problema de sustento, la alimentación emocional realmente es un problema relacionado al manejo adecuado de las emociones. Mientras se come o se piensa en comida, evita, huye, se distrae, ahoga, se come, endulza o aplaca sus emociones.

El efecto más devastador de la alimentación emocional actúa sobre el crecimiento emocional y personal. Comer se convierte en un hábito al manejar emocionalmente las situaciones, sobre todo aquellas que molestan. Después de comer, los problemas siguen allí, y ahora se tienen problemas adicionales: sobrepeso, diabetes, hipertensión, etc. Lo peor es que se puede perder la oportunidad de aprender técnicas y estrategias efectivas para la resolución de problemas y de situaciones incómodas que seguramente se volverán a repetir.

El hábito de comer para manejar emociones inicia desde muy temprana edad, cuando de niños la mamá y el papá premiaban o castigaban con comida a sus hijos.

Cinco elementos que son característicos en la alimentación emocional y que la distinguen claramente de la alimentación por hambre fisiológica son:

El hambre emocional ocurre súbitamente; el hambre fisiológica ocurre gradualmente.
Cuando se come para aplacar las emociones, usualmente se desean alimentos muy específicos, porque son comidas de confort y solamente ellas satisfacen: pizza, helado, chocolate, galletas, sodas.
Cuando se come por hambre fisiológica, usualmente se está abierto a múltiples opciones. El hambre emocional requiere satisfacción inmediata.
Cuando se tiene hambre fisiológica usualmente se puede esperar. Si se tiene hambre emocional, se sigue comiendo y comiendo aunque se sienta físicamente incómodo.
Cuando se está comiendo por hambre fisiológica, usualmente se detiene cuando el estómago se siente lleno. La alimentación emocional deja con sentimientos de vergüenza y de culpa. Esto no ocurre con la alimentación por hambre fisiológica.

Colaboración del doctor Alfredo Remolina, coordinador Salud Ocupacional Regional SENA Cundinamarca

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