viernes, 27 de julio de 2018

Historia del reloj de la Estación del Tren en Pereira, Risaralda


Un hito histórico sobre el cual no hay una fecha exacta de su instalación tiene que ver con el ícono que identifica la antigua estación del tren, el reloj. Se sabe, porque así lo aseguran historiadores como Ricardo de los Rios Tobón o Gabriel Poveda Ramos y textos de Ferrocarriles Nacionales, que entre 1921 y 1925 la edificación fue una estructura de bahareque. Luego vino la remodelación de todas las estaciones por parte de Ferrocarriles Nacionales, lo que deja entrever que fue en 1925 que se puso en funcionamiento.
Pero no funcionó desde el año 2005 hasta junio de 2018, fecha en que fue restaurado por el SENA. La maquinaria del viejo reloj no presenta ninguna marca, insignia, placa, serial o número que indique cuál fue su origen o cuándo fue construido, pero según la experiencia del restaurador pereirano que lo puso en funcionamiento, Carlos Arturo Arboleda González, es alemán.



El reloj suena gracias a un sofisticado engranaje construido en hierro fundido, propio de la tecnología de la época y los engranajes son en latón. La extensión de los péndulos es de 20 metros lo que podría indicar que fue construido para la torre de una iglesia, pero que fue adaptado por medio de poleas para un desarrollo de 7 metros que es lo máximo que permite el interior de la torre en la antigua estación del tren.
El  tiempo tiene dos tonos diferentes de llamado, uno que suena cada 15 minutos y otro que hace el llamado cada hora. Son tres campanas en bronce, dos que suenan cada 15 minutos alternando sus notas de sonido y una campana más grande que marca las horas con un golpe de “gong” oriental. Las macetas que golpean las campanas van programadas a la maquinaria y péndulos y al sistema de cables y piñones, al cual se le debe dar cuerda una vez por semana y a sí se desempeña con suma precisión.

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